Reflexiones del Camino

Porqúe hicimos el Camino? 

El Camino puede hacerse por muchos motivos, religiosos, deportivos o cualesquiera otro, pero la gran mayoría de los peregrinos lo hacemos por un motivo espiritual.

Es en ese concepto donde el Camino adquiere su verdadera dimensión, su verdadero sentido.

En mi caso concreto ha sido sentir de un modo especial como formo parte de ese conjunto universal como una miníscula parte del mismo. Darme cuenta de como he tenido la gran suerte de nacer y poder vivir una serie de años disfrutando de ese Universo al que todos pertenecemos y al que volveremos como materia y energia una vez que cumplamos el paso por esta vida.

Los católicos ven este concepto en algo concreto: Dios. Totalmente respetable por mi parte, nadie está en posesión de la verdad absoluta y en definitva todos tendemos al mismo fin  por diferentes caminos. Se trata  de los mismo en su raiz pero con diferente modo de verlo. El Universo para mi o el Dios de los católicos es la clave, es el sentido fundante del Camino. Nada que objetar a quien necesita de unos protocolos y unas pautas de actuación para encontrar el concepto Supremo.Es lo que aglutina en una única entidad y experiencia la multiforme y variopinta experiencia caminera. Es la llave que abre todas las puertas, la razón que explica satisfactoriamente cuanto acontece al peregrino. La única y auténtica.

Sin ese concepto Superior el Camino se apaga y se reduce a meros asuntos cotidianos, a pura historia intranscendente, a simple turismo, un tanto extraño e incómodo, pero turismo intranscendente. Al apagar el símbolo, al reducir el camino a lo que ves, a las triviales, o inusuales, anécdotas diarias, se cierra la puerta a lo maravilloso, a lo más sugestivo del Camino, a su experiencia determinante: el estremecimiento. Aunque cada cual lo llame de manera distinta, la experiencia es común: el Camino te estremece, te subyuga, te traslada a la verdadera realidad.

Luego vendrán la infinidad de cosas que el Camino es: historia, arte, senderos, naturaleza, folklore, gastronomía, heterodoxia, esoterismo, etc, etc. Pero todas ellas se fundamentan en la única realidad de la que son expresión velada.

Para mi el peregrino no es un marchista, ni un paseante, ni un viajero. Y jámas será un turista. El peregrino va a romper sin saber cómo, ni porqué, ni cuándo, el tiempo y el espacio lineal y cotidiano.

Pedro.



Cual es el gran tesoro del Camino 
Sin lugar a dudas, sus gentes. Si hay algo que me no me ha importado hacer mil veces al día, es dar los "buenos dias" o desear "buen camino" con todos los peregrinos que me cruzaba.
Charlar un rato y sentirse querido y luego despedirse para continuar en solitario, cruzar el viejo puente y volver a encarar de nuevo el largo camino... y así una y mil veces Camino de Santiago.